Competencia lingüística: Una estrategia para abordar las desigualdades de servicio en la prevención

Por Pierluigi Mancini, PhD
Director de NHL PTTC

 

Al inicio de la celebración del Mes de la Herencia Hispana (septiembre 15-octubre 15), recordamos el enorme crecimiento de las comunidades hispanas/Latinx en los Estados Unidos.  Se han logrado muchos avances, pero todavía existe una gran desigualdad en la accesibilidad, disponibilidad y asequibilidad de servicios cultural y lingüísticamente apropiados. Los esfuerzos por mejorar la salud y el bienestar de los inmigrantes mediante el fortalecimiento de sus comunidades no solo beneficiarán a estas comunidades, sino a todo nuestro país. Una forma de hacerlo es aumentar el acceso a servicios en diferentes idiomas para mejorar la competencia cultural de esos servicios y empezar a abordar la equidad y las disparidades en materia de salud.
 
La capacidad de obtener, procesar y comprender la información y los servicios básicos de salud necesarios para tomar decisiones apropiadas de salud se denomina alfabetización sanitaria. La competencia cultural, por otro lado, es la capacidad de conversar fluidamente en los modismos, figuras retóricas y métodos informales de una o varias culturas dadas. Los problemas de comunicación intercultural pueden causar o exacerbar las desigualdades en materia de salud. Un componente importante de la competencia cultural es la competencia lingüística.
 
La cultura puede definirse como el patrón integrado de comportamiento humano que incluye los pensamientos, la comunicación, las acciones, las costumbres, las creencias, los valores y las instituciones de un grupo racial, étnico, religioso, social o de otro tipo (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2010). La cultura se describe típicamente como la totalidad de los comportamientos aprendidos de un pueblo que emerge de sus interacciones interpersonales. La cultura proporciona a las personas un marco para comprender la identidad, las creencias, los valores y el comportamiento, por ejemplo, en el ámbito de la salud. Pueden surgir problemas cuando los seres humanos interactúan de una cultura a otra, pero sin tener conocimiento suficiente de la cultura de una persona o de la otra.
 
El idioma puede definirse como las palabras, su pronunciación y los métodos de combinarlas utilizados y comprendidos por una comunidad. Puesto que el idioma es clave para la comunicación, la competencia lingüística incluye los temas de fluidez, personal bilingüe o traductores, y tener toda la información disponible en múltiples idiomas para asegurar que los clientes puedan leer y comprender el material. Los problemas lingüísticos de los programas de prevención incluyen la traducción, la interpretación y los servicios prestados en idiomas distintos del inglés. La traducción es el traslado de textos escritos de un idioma a otro. La clave para la traducción es la precisión, el nivel de lectura y la equivalencia literal y conceptual. La interpretación es la reiteración de mensajes hablados en un segundo idioma y en forma oral. La clave para la interpretación es la habilidad, fluidez, rapidez y comprensión del intérprete para transmitir con precisión lo que el cliente y el proveedor pretenden decir. 
 
La realización de programas de prevención en otro idioma es un proceso complejo e intensivo que involucra tanto aptitudes de lenguaje técnico como aptitudes programáticas/teóricas de una profesión dada. 
 
Los problemas lingüísticos pueden tratar con acentos o dialectos que dificultan la comunicación. Para la mayoría de los grupos minoritarios e inmigrantes, el debate sobre la dinámica cultural en los programas de prevención no puede llevarse a cabo sin tener en cuenta las formas en las que el idioma se relaciona con situaciones de pobreza y equidad, incluido el acceso y la utilización de servicios de atención, las expresiones de racismo individual e institucional, y la falta de competencia lingüística por parte de los proveedores y programas.
 
Para los latinos y otros inmigrantes con un dominio limitado del inglés, la falta de servicios de prevención en su propio idioma y culturalmente competentes puede tener consecuencias potencialmente mortales. Imagínese no tener el conocimiento suficiente para apoyar la decisión de que sus hijos no beban antes de los 21 años de edad; o para ayudar a sus hijos a entender los peligros de los cigarrillos electrónicos.
 
La conciencia o tolerancia de otras culturas no es lo mismo que la competencia cultural. La conciencia cultural es la sensibilidad y la comprensión hacia las personas de orígenes étnicos, raciales y culturales diferentes. La competencia cultural va más allá de la conciencia cultural y la sensibilidad, e implica una comprensión y respeto completos del alcance de los valores culturales, creencias y prácticas de una persona sobre cosas tales como salud y cuidado de la salud, familia y espiritualidad.
 
Existen varias variables clave que las minorías y los inmigrantes comparten al decidir si tienen o no acceso a los servicios de prevención. Estas variables incluyen la capacidad de comprender lo que es una práctica o servicio de prevención, cómo se comunican, cómo perciben los factores de riesgo y de protección, su manera de sobrellevar las cosas, el alcance del apoyo familiar y comunitario, y su disposición a permitir que sus hijos participen. Las barreras comunes que podrían impedir la participación de estos clientes incluyen el racismo y la discriminación, el empobrecimiento económico, la desconfianza, el miedo y factores del entorno tales como la falta de acceso al transporte y al cuidado de los niños. La cultura afecta la percepción del cliente de lo que es traumático o una crisis, cómo se expresa o no el trauma, y cómo los miembros de la cultura ven y evalúan su respuesta al trauma o a la crisis.
 
Las organizaciones que tienen éxito en la construcción de programas para servir con éxito a los inmigrantes y aquellos con un dominio limitado del inglés son aquellas que designan la competencia cultural y lingüística como una prioridad que incluye dedicar recursos fiscales y humanos específicamente asignados para esta función de manera continua. 
 
Estas organizaciones siguen un enfoque centrado en la comunidad para los servicios de prevención para las comunidades de inmigrantes que deberá incluir la participación activa de muchos sectores diferentes, el papel del liderazgo local y cambios importantes en las políticas a nivel local, estatal y federal. Tres cuestiones de política que deben ser abordadas son: 1) Acceso lingüístico; 2) desarrollo de personal bilingüe y bi-cultural, y 3) prácticas y servicios basados en evidencias y prometedores que han demostrado ser eficaces en las comunidades Latinx. Otras cuestiones de política incluyen el desarrollo económico y comunitario, la vivienda, el transporte y la educación pública.
 
Las recomendaciones para implementar un sistema cultural y lingüísticamente apropiado incluyen articular, desarrollar y hacer cumplir la competencia cultural y lingüística en la prestación de servicios; promover la educación y la sensibilización en materia de prevención en las comunidades de inmigrantes; evaluar y reducir las barreras sistémicas (por ejemplo, transporte y documentación); y aumentar el número de profesionales y personal de prevención certificados que están lingüísticamente y culturalmente capacitados para trabajar con miembros de otras culturas. 
 
Estas recomendaciones implican reclutar y retener activamente a los miembros del personal que hablan idiomas específicos y/o reflejan la diversidad cultural de la comunidad servida, ayudar a que esas personas se conviertan en prevencionistas certificados, proporcionar proveedores bilingües para clientes con dominio limitado del inglés, ofrecer capacitación de competencia cultural para todos los proveedores de salud conductual y el personal, asegurar la creación y el uso de materiales educativos lingüísticamente y culturalmente apropiados, y asegurar que el entorno físico de los programas de prevención refleje e incluya las diferentes culturas.
 
A menos que abordemos algunas de las condiciones más difíciles que enfrentan las comunidades de inmigrantes de una manera cultural y lingüísticamente apropiada, corremos el riesgo de enfrentar costos sociales, económicos y de salud significativos.


 

PierluigiPierluigi Mancini, PhD, MAC

With over 30 years of experience in culturally and linguistically appropriate behavioral health treatment and prevention, Dr. Mancini is one of the most sought after national and international consultants and speakers on the subject of mental health and addiction, his area of expertise is immigrant behavioral health.  His book ¡Mental! In The Trump Era - Ten Inspirational Stories About Immigrants Overcoming Addiction, Depression and Anxiety in America has recently been published to great reviews and it is available on Amazon.com in English and in Spanish.
 
Dr. Mancini founded Georgia’s only Latino behavioral health program in 1999 to serve the immigrant population by providing cultural and linguistically appropriate mental health and addiction treatment and prevention services in English, Spanish and Portuguese. Dr. Mancini is currently serving as the Project Director for the National Hispanic and Latino Addiction Technology Transfer Center and the National Hispanic and Latino Prevention Technology Transfer Center. Both SAMHSA funded centers are housed at the National Latino Behavioral Health Association (www.NLBHA.org) located in New Mexico.
 
Dr. Mancini recently led a project to train clinicians in Latin America who are taking care of the over 4 million displaced Venezuelans arriving in Colombia, Perú, Ecuador, Brazil, Panamá and other countries.
 
Dr. Mancini’s public service announcement and documentaries addressing underage drinking, suicide and prescription drugs have won a combined six (6) EMMY ® awards. Dr. Mancini has been honored with the National Latina/o Psychological Association Star Vega Distinguished Service Award; the UnidosUS - Helen Rodríguez- Trías Award for Health; and the Mental Health America “Heroes in the Fight” Award among others.
 
Dr. Mancini is the Chairman of the Georgia Behavioral Health Planning and Advisory Council, he serves on the Board of Directors for Mental Health America, the WellStar Atlanta Medical Center Regional Health Board, the Georgia Council on Substance Abuse Board and is Board Emeritus of the Healthcare Georgia Foundation.

 

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